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COVID 19 - Unas palabras del Rector
20 marzo 2020
Estamos experimentando la Cuaresma en forma de Cuarentena, lo cual no es sorprendente, pero la comparación se detiene allí porque muchas cosas se invierten, de ahí viene nuestra consternación. Que el tiempo del desierto sea el de la retirada, lo entendemos bien, pero para los que viven en pequeños apartamentos, no abre el horizonte. La dificultad no es tanto vivir en soledad sino la vida comunitaria intensificada. Estar con los hijos todo el día no ayuda a concentrarte. Esto hace dificil el teletrabajo. Porque, para muchos, es necesario seguir trabajando, para asumir las funciones vitales.
Las cosas se invierten: el verdadero amor es preservar a los demás, los más vulnerables, de nuestro contacto, no tocarlos , de la manifestación concreta y táctil de nuestro afecto. Sin besos, sin saludos con las manos, sin abrazos, ni siquiera una visita. Todo se hace a distancia por teléfono, skype, zoom ... es poco, pero mejor que nada. El amor se manifiesta en retirarse. Es por esto que Dios está ausente? "Es bueno que te vayas?" Por riesgo de infectarnos? "Nadie puede ver a Dios sin morir"? Es dificil de entender.
Todo ha cambiado y no es viable a largo plazo. Nos daremos cuenta de esto, dolorosamente. Esto tiene que cambiar y lo más rápido posible. Podemos esperar. Tenemos que esperar, si no lo hacemos el riesgo es una multa, o más bien el riesgo de verdad es la muerte. Pero la verdadera vida está en otra parte, de otra forma. No tenemos la vocación de reclusos, pero tenemos que quedarnos reclusos por un tiempo.
Cómo será esta verdadera vida? Cómo entonces la vamos a inventar? Reflexionemos y, para eso, leamos, meditemos, dediquémonos a lo esencial, dijo un presidente... Estudiemos, seamos investigadores juntos y, para eso, como los medicos y enfermeros, biólogos, los inventores de pruebas, de medicamentos, vacunas, máquinas de reanimación, nos capacitamos, individualmente y colectivamente.
Fr Michel Van Aerde op
Rector