DOMUNI UNIVERSITAS

Noticia

El Diálogo Interreligioso: Un Camino Hacia la Comprensión Mutua

El Diálogo Interreligioso: Un Camino Hacia la Comprensión Mutua

28 febrero 2025

El Diálogo Interreligioso: Un Camino Hacia la Comprensión Mutua


Resumen de la conferencia del Hermano Amir Jajé, OP


El 18 de febrero de 2025, la Universidad Católica de Madagascar, en Antananarivo, acogió una conferencia excepcional impartida por el Hermano Dr. Amir Jajé, OP. Especialista en diálogo interreligioso, vicerrector de Domuni Universitas y director de los programas en árabe, así como del Institute for Religious Studies, ofreció una reflexión profunda y comprometida sobre el tema del diálogo con los musulmanes y su viabilidad en el mundo contemporáneo.
La audiencia, compuesta por estudiantes, seminaristas e intelectuales, siguió con atención sostenida esta intervención, que no dejó indiferente a nadie. A través de un enfoque basado en la experiencia y la rigurosidad intelectual, el conferencista abordó los desafíos y oportunidades del diálogo entre cristianos y musulmanes, destacando la necesidad de un compromiso renovado, lúcido y respetuoso.

Un diálogo necesario pero exigente

 

Reconocer y aceptar las diferencias


Desde el inicio, el Hermano Jajé insistió en la naturaleza delicada del diálogo interreligioso. Cuando una religión intenta imponerse como verdad absoluta y universal, esto puede generar malentendidos, tensiones y reacciones de rechazo. Lejos de una confrontación dogmática, el diálogo auténtico supone un reconocimiento mutuo de las diferencias. No se trata de negar estas divergencias ni de convertirlas en obstáculos insuperables, sino de aceptar que existen mientras se buscan caminos de comprensión y colaboración.
Una de las dificultades principales radica en que el cristianismo se basa en el misterio de la Encarnación, mientras que el islam afirma la trascendencia absoluta de Dios. Lejos de ser un simple debate teórico, esta oposición estructural tiene implicaciones profundas que hacen que el diálogo teológico sea a menudo arduo. Sin embargo, según el Hermano Jajé, esta diferencia no significa que el intercambio sea imposible; al contrario.

Un diálogo de comprensión, no de conversión

 

El diálogo no debe tener como objetivo convencer, sino comprender. No es un instrumento de conversión, sino un medio para el enriquecimiento mutuo, donde cada uno aprende a ver el mundo a través de los ojos del otro, sin renunciar a su propia fe.
Una confusión frecuente consiste en pensar que se dialoga con una religión como sistema. En realidad, se encuentran personas, con sus historias, dudas y esperanzas. Es este enfoque profundamente humano el que debe guiar todo diálogo.

Las condiciones para un diálogo fructífero

 

La importancia de la presencia y el compromiso

 

Para que un verdadero intercambio se pueda establecer, la presencia es esencial. No basta con hablar sobre el diálogo; hay que vivirlo. Esto implica escuchar la cultura, las realidades sociales y las aspiraciones del otro. La historia ha mostrado que a menudo las comunidades religiosas coexisten sin realmente encontrarse, viviendo en esferas separadas por la desconfianza y la ignorancia mutua.
El primer paso hacia un diálogo constructivo consiste en romper esas barreras y acercarse al otro sin prejuicios. Acoger al otro no significa buscar cambiarlo o asimilarlo, sino reconocer su dignidad propia.

Un respeto mutuo y una escucha sincera


Este respeto mutuo es una condición sine qua non para superar las heridas del pasado y considerar un futuro de colaboración y paz. El Concilio Vaticano II, a través de la declaración Nostra Aetate, recuerda la importancia de superar los conflictos históricos y promover la justicia y la libertad juntos.
Un diálogo auténtico supone una postura de humildad y cuestionamiento. Con demasiada frecuencia, el intercambio se transforma en un monólogo, donde uno busca enseñar mientras el otro queda reducido a una posición de escucha pasiva. Sin embargo, todo encuentro auténtico se basa en la reciprocidad. Cada uno tiene algo que aprender del otro, incluso si esto implica reconsiderar algunas certezas. El Hermano Jajé insistió en que el diálogo no debe percibirse como una amenaza, sino como una oportunidad para profundizar en la propia fe al entrar en contacto con la de los demás.

Los desafíos del diálogo interreligioso

 

Los obstáculos a superar


Cualquier intento de diálogo puede verse obstaculizado por diversas barreras. La desconfianza, alimentada por siglos de oposición y conflictos, sigue siendo un freno importante. De ambos lados, persisten prejuicios que impiden una verdadera comprensión. El temor al proselitismo también dificulta el diálogo, ya que a menudo se percibe como un intento disfrazado de imponer la propia fe al otro. El conferencista destacó que la intención debe aclararse desde el principio: no se trata de convencer, sino de construir un espacio de habla donde cada uno pueda expresar libremente su visión del mundo.
El diálogo no debe limitarse a las grandes cuestiones teológicas o filosóficas. También se enraiza en la realidad concreta, en los desafíos comunes a los que se enfrentan las sociedades modernas: la lucha contra las desigualdades, la búsqueda de justicia, la promoción de la paz. En este sentido, no se trata simplemente de coexistir, sino de caminar juntos hacia un futuro común, destacando los valores compartidos y trabajando en su implementación en la sociedad.

Un compromiso para el futuro

 

En un mundo marcado por tensiones y conflictos religiosos, la conferencia del Hermano Jajé reafirmó que el diálogo interreligioso es más que un simple ideal: es una necesidad. No es un fin en sí mismo, sino un camino que hay que recorrer, con sus incertidumbres y desafíos, pero también con la convicción de que es posible una humanidad más fraternal.
Las reacciones del público fueron testigos del poder del mensaje transmitido. Muchos expresaron su deseo de profundizar en esta reflexión y de comprometerse concretamente en esta misión del diálogo. El Hermano Jajé concluyó su intervención recordando que, frente a las divisiones, no basta con denunciar la intolerancia: hay que construir puentes donde con demasiada frecuencia se levantan muros. Este desafío, aunque complejo, está al alcance de todos aquellos que se atreven a la apertura y el respeto.